GREGORIO BONINO HABLA DE SU
HERMANO: EL PRIMER PERIODISTA ASESINADO EN DEMOCRACIA
Hace 19 años, durante la
primera semana de noviembre, Gregorio Bonino estuvo con su hermano Mario y fue
la última vez que lo vio con vida.
Él era periodista, y antes
de ser asesinado, trabajaba en la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos
Aires (UTPBA) donde difundía los casos de agresiones a la prensa que ocurrían
en todo el país.
“Marito”, como le dicen sus
seres queridos, había ido a visitar a su hermano junto a Felicia, su esposa, y
Federico, su hijo de ocho años.
Gregorio trata de aferrar con
la mente las imágenes de ese día, el último que disfrutó con él. “Siempre
venían a casa ellos con el nene, también pasábamos las fiestas juntos. Si
hubiera podido darle un consejo, le hubiera dicho que se cuide, que se cuide
más”, relata con emoción contenida.
El jueves 11 de noviembre de
1993 Mario salió de su casa en Boedo y se dirigió a un congreso en la
Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), al que nunca llegó.
Su hermano lo recuerda como
todos los que lo conocieron: “Era generoso, era un tipo que luchaba por los
demás, por la justicia, una excelente persona”. Será por eso que después de 19
años el nombre de Bonino trae a la memoria un cariño vivo, que se nota en la mirada
de los que lo quisieron, y tristeza por el injusto episodio que terminó con su
vida.
Luego de que sus familiares lo
buscaran por toda la ciudad, el lunes 14 de noviembre su cuerpo apareció en el Riachuelo.
El crimen continúa impune. Según
Felicia, cuando ella preguntaba por novedades en la causa, la respuesta del
fiscal Luis González Warcalde y del juez Raúl Irigoyen fue exigirle “que no los
llame ni los moleste más”.
Además de formular teorías infundadas
sobre la vida privada del periodista, como problemas de adicción a las drogas y
depresión, la Justicia “nunca tuvo intención de esclarecer el caso”, sostiene
Gregorio, ya que la causa no avanzó en 19 años.
El juez y el fiscal
investigaron a la víctima y a su entorno, a pesar de que las cuatro autopsias que le
realizó el médico forense Mariano Castex comprobaron que la hipótesis del
fiscal se derrumbaba: no había sido un suicidio, lo habían arrojado muerto al
agua.
Los que lo conocieron,
compañeros de trabajo, familiares, o amigos, resaltan su buen humor, su alegría
y su compañerismo. Una compañera de la UTPBA, Beatriz Chisleanschi,
resume: “todos nos dábamos cuenta cuándo había entrado Mario, porque empezaba con los chistes”.
Los allegados al periodista supieron
desde el primer momento que era imposible que se hubiera suicidado. Cuenta
Felicia: “Éramos muy compañeros, el que llegaba antes del trabajo ponía la mesa,
hacía la comida, el otro lavaba los platos. Además, teníamos las vacaciones
programadas y estábamos pensando en tener otro hijo”.
Gregorio lleva flores todos los meses a la tumba de su hermano, donde también están las cenizas de su madre,
por pedido de ella misma. Recuerda: “Mi mamá falleció el año pasado, a los 90 años
y a todos les hablaba de Mario, hasta antes de morir. Yo la llevaba siempre al
cementerio, a lo último ya casi ni podía caminar y se sentaba en un banquito.”
Mario fue para Gregorio un
hermano pero también un poco hijo ya que se llevaban casi ocho años, su padre
falleció joven y Gregorio tuvo que salir a trabajar para ayudar a mantener a la
familia.
Con una sonrisa inevitable el
hermano mayor recuerda a su único hermano: “Yo soy de Boca y él era fanático de
River. Una vez fuimos a ver un partido Boca-River en la cancha de Boca. Fuimos
a la tribuna de Boca donde está La 12. El no tenía camiseta pero hizo el gol
River y lo gritó. ¡Callate, le digo, que acá te linchan!”
Gregorio agrega detalles de la
personalidad de su hermano sin borrar la sonrisa de nostalgia: “Era muy
calentón, no le gustaba perder a nada, jugábamos a las cartas y agarraba y
tiraba todo.”
“Boneco”, como le decían en la
UTPBA, empezó a militar en la Juventud Peronista a los 17 años, cuando conoció
a Felicia, el amor de su vida, y ella lo recibió como a uno más de su familia.
El peronismo fue un destino
compatible con su personalidad, cuenta Gregorio: “Mario era un pibe con una
ideología bien colaboradora. Ya de chiquito llevaba el sentimiento en el alma,
lo llevaba en la sangre, siempre en la lucha estaba. Si tenía que enfrentarse a
uno así de palabra, lo hacía. Él pensaba que se podía hacer justicia. Luchaba
por eso.”
Pero el amor hacia Felicia pudo
más y por su expreso pedido dejó la militancia cuando comenzó la dictadura del
Proceso y la política se volvió peligrosa.
Gregorio es taxista y habla en
voz baja. Relata la historia de su hermano con parsimonia: “Marito era de un
sector peronista pero combativo, de izquierda, seguramente con este gobierno se
llevaría bien. Cuando fue la época de los militares, se llevaron a su amigo Gullo,
y él se salvó. Después, en el momento menos pensado, pasó: se lo llevaron”.
“En la escuela tenía su
historia, era muy travieso” y en la adolescencia, “cuando volvió (el ex
presidente Juan Domingo) Perón al país, se fue a gritar con unos compañeros al hotel
Sheraton para que lo conviertan en un hospital de niños”.
Al poco tiempo de la muerte de
su hermano, a Gregorio lo quisieron chocar con una camioneta y su hija fue
amenazada en la vía pública. Felicia también recibió amenazas telefónicas durante
un tiempo prolongado.
Los años pasan pero la
impunidad y la injusticia quedan, al igual que el profundo dolor de una vida
arrancada y el afecto del hermano que se mantiene intacto. Gregorio concluye:
“Mario luchaba por los demás, era una excelente persona. Estoy orgulloso de mi
hermano”.
El
misterio de los culpables
Según la viuda y el hermano del
primer periodista asesinado en democracia, Mario Bonino, los criminales tienen
que ver con el entonces gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Eduardo
Duhalde.
“El gobierno de la provincia de
Buenos Aires sabe cómo fue el crimen de Mario.”, asegura Felicia, porque el
periodista Hernán López “Echague estaba investigando lo del bingo de Avellaneda,
entonces Marito después se puso a ver un poco y justo le pasa esto.”
Por su parte, Gregorio Bonino
también declara que su hermano se había relacionado con López Echagüe: “Mario
se vinculó a Lopez Echagüe que estaba investigando a Duhalde”.
Sin embargo Echague, consultado
sobre el asunto, sostiene que “no conoció a Mario Bonino” y continúa de esta
manera con la incertidumbre reinante en el caso.