lunes, 3 de diciembre de 2012

Nota Taller 2012 sobre Bonino


GREGORIO BONINO HABLA DE SU HERMANO: EL PRIMER PERIODISTA ASESINADO EN DEMOCRACIA
Hace 19 años, durante la primera semana de noviembre, Gregorio Bonino estuvo con su hermano Mario y fue la última vez que lo vio con vida.
Él era periodista, y antes de ser asesinado, trabajaba en la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA) donde difundía los casos de agresiones a la prensa que ocurrían en todo el país.
“Marito”, como le dicen sus seres queridos, había ido a visitar a su hermano junto a Felicia, su esposa, y Federico, su hijo de ocho años.
Gregorio trata de aferrar con la mente las imágenes de ese día, el último que disfrutó con él. “Siempre venían a casa ellos con el nene, también pasábamos las fiestas juntos. Si hubiera podido darle un consejo, le hubiera dicho que se cuide, que se cuide más”, relata con emoción contenida.
El jueves 11 de noviembre de 1993 Mario salió de su casa en Boedo y se dirigió a un congreso en la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), al que nunca llegó.
Su hermano lo recuerda como todos los que lo conocieron: “Era generoso, era un tipo que luchaba por los demás, por la justicia, una excelente persona”. Será por eso que después de 19 años el nombre de Bonino trae a la memoria un cariño vivo, que se nota en la mirada de los que lo quisieron, y tristeza por el injusto episodio que terminó con su vida.
Luego de que sus familiares lo buscaran por toda la ciudad, el lunes 14 de noviembre su cuerpo apareció en el Riachuelo.
El crimen continúa impune. Según Felicia, cuando ella preguntaba por novedades en la causa, la respuesta del fiscal Luis González Warcalde y del juez Raúl Irigoyen fue exigirle “que no los llame ni los moleste más”.
Además de formular teorías infundadas sobre la vida privada del periodista, como problemas de adicción a las drogas y depresión, la Justicia “nunca tuvo intención de esclarecer el caso”, sostiene Gregorio, ya que la causa no avanzó en 19 años.
El juez y el fiscal investigaron a la víctima y a su entorno, a pesar de que las cuatro autopsias que le realizó el médico forense Mariano Castex comprobaron que la hipótesis del fiscal se derrumbaba: no había sido un suicidio, lo habían arrojado muerto al agua.
Los que lo conocieron, compañeros de trabajo, familiares, o amigos, resaltan su buen humor, su alegría y su compañerismo. Una compañera de la UTPBA, Beatriz Chisleanschi, resume: “todos nos dábamos cuenta cuándo había entrado Mario, porque empezaba con los chistes”.
Los allegados al periodista supieron desde el primer momento que era imposible que se hubiera suicidado. Cuenta Felicia: “Éramos muy compañeros, el que llegaba antes del trabajo ponía la mesa, hacía la comida, el otro lavaba los platos. Además, teníamos las vacaciones programadas y estábamos pensando en tener otro hijo”.
Gregorio lleva flores todos los meses a la tumba de su hermano, donde también están las cenizas de su madre, por pedido de ella misma. Recuerda: “Mi mamá falleció el año pasado, a los 90 años y a todos les hablaba de Mario, hasta antes de morir. Yo la llevaba siempre al cementerio, a lo último ya casi ni podía caminar y se sentaba en un banquito.”
Mario fue para Gregorio un hermano pero también un poco hijo ya que se llevaban casi ocho años, su padre falleció joven y Gregorio tuvo que salir a trabajar para ayudar a mantener a la familia.
Con una sonrisa inevitable el hermano mayor recuerda a su único hermano: “Yo soy de Boca y él era fanático de River. Una vez fuimos a ver un partido Boca-River en la cancha de Boca. Fuimos a la tribuna de Boca donde está La 12. El no tenía camiseta pero hizo el gol River y lo gritó. ¡Callate, le digo, que acá te linchan!”
Gregorio agrega detalles de la personalidad de su hermano sin borrar la sonrisa de nostalgia: “Era muy calentón, no le gustaba perder a nada, jugábamos a las cartas y agarraba y tiraba todo.”
“Boneco”, como le decían en la UTPBA, empezó a militar en la Juventud Peronista a los 17 años, cuando conoció a Felicia, el amor de su vida, y ella lo recibió como a uno más de su familia.
El peronismo fue un destino compatible con su personalidad, cuenta Gregorio: “Mario era un pibe con una ideología bien colaboradora. Ya de chiquito llevaba el sentimiento en el alma, lo llevaba en la sangre, siempre en la lucha estaba. Si tenía que enfrentarse a uno así de palabra, lo hacía. Él pensaba que se podía hacer justicia. Luchaba por eso.”
Pero el amor hacia Felicia pudo más y por su expreso pedido dejó la militancia cuando comenzó la dictadura del Proceso y la política se volvió peligrosa.
Gregorio es taxista y habla en voz baja. Relata la historia de su hermano con parsimonia: “Marito era de un sector peronista pero combativo, de izquierda, seguramente con este gobierno se llevaría bien. Cuando fue la época de los militares, se llevaron a su amigo Gullo, y él se salvó. Después, en el momento menos pensado, pasó: se lo llevaron”.
“En la escuela tenía su historia, era muy travieso” y en la adolescencia, “cuando volvió (el ex presidente Juan Domingo) Perón al país, se fue a gritar con unos compañeros al hotel Sheraton para que lo conviertan en un hospital de niños”.
Al poco tiempo de la muerte de su hermano, a Gregorio lo quisieron chocar con una camioneta y su hija fue amenazada en la vía pública. Felicia también recibió amenazas telefónicas durante un tiempo prolongado.
Los años pasan pero la impunidad y la injusticia quedan, al igual que el profundo dolor de una vida arrancada y el afecto del hermano que se mantiene intacto. Gregorio concluye: “Mario luchaba por los demás, era una excelente persona. Estoy orgulloso de mi hermano”.


El misterio de los culpables
Según la viuda y el hermano del primer periodista asesinado en democracia, Mario Bonino, los criminales tienen que ver con el entonces gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Eduardo Duhalde.
“El gobierno de la provincia de Buenos Aires sabe cómo fue el crimen de Mario.”, asegura Felicia, porque el periodista Hernán López “Echague estaba investigando lo del bingo de Avellaneda, entonces Marito después se puso a ver un poco y justo le pasa esto.”
Por su parte, Gregorio Bonino también declara que su hermano se había relacionado con López Echagüe: “Mario se vinculó a Lopez Echagüe que estaba investigando a Duhalde”.
Sin embargo Echague, consultado sobre el asunto, sostiene que “no conoció a Mario Bonino” y continúa de esta manera con la incertidumbre reinante en el caso.